Added May 28, 2018
La vida da oportunidades de conocer personas especiales y sin lugar a dudas Ervin lo es.
Cuando todos desde chicos queremos ser bomberos, policías o super héroes, él tenía muy claro que quería pintar. A los nueve años gana su primer concurso de pintura escolar, asombrando a sus profesores con su talento y dedicación. No le fue fácil abrirse camino, siendo de un hogar humilde pero lleno de amor, devora libros de pintura que le van permitiendo conocer a los grandes artistas de todos los tiempos, conociendo sus temáticas, técnicas que van despertando la pasión que lo va a caracterizar toda su vida.
Comienza a reproducir cuadros pintores famosos logrando muchos detalles sorprendiendo gratamente a quienes van conociendo su trabajo.
Las cosas no fueron sencillas para Ervin, mucho menos desarrollar y trabajar en su pasión. Le toca asumir la responsabilidad compartida con sus hermanos de sacar adelante su familia.
De aquella tierra hermosa y tranquila que lo vio nacer, Cereté, se traslada a Bogotá -capital de Colombia, tierra de todos y tierra de nadie- en la loca aventura de conquistar el mundo, entre el objetivo de sacar adelante a su familia y realizar sus sueños. Su primer gran objetivo era poder traer a su familia a una Bogotá, que lo recibía y le colocaba condiciones cada día más duras; pero su pasión superaba cualquiera de los problemas que se presentaban.
El camino de esta aventura lo lleva a realizar diversos trabajos, primero logra una estabilidad económica en un banco donde realiza trabajos administrativos y luego se le presenta la primera gran oportunidad, cuando el banco conoce de su trabajo como pintor y realiza su primera exposición individual; en esta expone una serie de paisajes que son gratamente recibidos por la crítica logrando vender varios cuadros, confirmando que su camino es y debe ser la pintura.
Renuncia a su trabajo porque está convencido que su meta en la vida y sus sueños están en este arte, continua su camino con la fe del carbonero sabe que va a llegar y realizarse haciendo lo que es su vida, pintar.
Durante muchos años trabajó y encontró en los retratos un medio para ir sobreviviendo y desarrollando paralelamente la obra que él quería mostrar, los desnudos femeninos, en estos plasmaba toda la sensualidad y un gran realismo mágico, tiene un gran éxito con este estilo dinámico y hace de su obra, un trabajo con identidad propia, única e inigualable. Viene una etapa llamada “azul”donde logra maravillosas expresiones artísticas creando ambientes que le permiten destacarse en el medio artístico colombiano comenzando a sobresalir, situación que le da la oportunidad de salir del país y exponer en los Estados Unidos donde se destaca por su técnica e hiperrealismo obteniendo gratos comentarios y logra colocar varios cuadros en el difícil y exigente mercado americano.
Ervin sabe entonces que para conseguir sus metas y conquistar sus sueños, debe emigrar de Colombia en busca de nuevos horizontes, conocer otras culturas y pensamientos; sigue soñando, ahora en dar el paso aún más grande donde tantas aventuras de pintores famosos habían realizado su camino, París.
Cambio de siglo, cambio de vida, el nuevo siglo lo recibe ese Paris lleno de historias de vivencias que había leído en libros y que ahora arrancaba a escribir su propia historia y cada obstáculo que encontraba era una motivación para lograr su sueño.
Expone en París con 35 obras que tienen una excelente crítica y aceptación, eso motiva al galerista a invitarlo que sea expositor permanente durante tres años.
Pasa momentos difíciles y complicados, no solo por el aprendizaje del idioma sino su ilegalidad y encuentra en el apoyo incondicional del galerista JACKY ARREA, lo motiva y ayuda a superar estos momentos que hoy son una anécdota de vida.
Realiza varios trabajos diversos, a veces de albañil y en otros enseñando dibujo. En contraste están las galerías, exposiciones, museos los cuales son su tarea para conocer el ambiente, la bohemia, el desarrollo cultural y la concepción del arte de los franceses y su trabajo pictórico. El conoce y disfruta como terapia de aprendizaje, el mismo camino que recorrieron quienes hoy son artistas que viven en la memoria de la gente.
Llega el momento que asume que tiene la información necesaria para comenzar a trabajar en una propuesta inicial y propia que lo coloque e identifique en el ambiente artístico francés.
Arranca un proceso que va desarrollando durante varios años y que lleva su sello caribe que lo identifique y tenga una identidad, un toque de su tierra que no olvida y que siempre está presente en su obra. Sus sensaciones cotidianas, su día a día, sus convicciones personales y filosóficas que lo identifican van consolidándose en su obra.
Finalmente se radica en Marsella, ciudad costera, donde el mar, fuente de inspiración, que le recuerda su caribe ancestral, da vida a su obra que orgullosamente tiene sello latino y que cada día se va consolidándose como un artista que puede levantar la cabeza con la satisfacción y el deber cumplido de lograr lo que soñó desde niño y que hoy es una hermosa realidad, ser un artista plástico, muchos inician esta ilusión pero son pocos los que lo logran, orgullosamente Ervin puede mirar el presente, recordando el pasado y disfrutar la vida y haciendo camino al pintar.